lunes, 2 de noviembre de 2009

Ensayo para vivir


Si la vida, aparentemente, te abandona simplemente vuelve a vivirla, no al máximo ni hasta las últimas decadencias del alma, sino como en realidad es, desde el corazón hasta el último respiro.

Sólo así aprenderás cuanto, aparentemente, te abandona, pues la vida nunca termina si tu no la concluyes.

Cuántos hombres habrán vivido en su perdición, creyendo en equivocas teorías de existencialistas, cuan perdidos. Sin embargo, somos humanos, buscamos respuestas a misterios sin siquiera buscarlos donde cada uno conoce.

Así es que los infinitos años de un pequeño hombre (rey de de sus propias mentiras y tinieblas) son la pena más inmensa y atormentadora de un ser racional. Ejemplos ilustres de esta desdicha auto-conclusiva son los interminables seres que iluminados por su poder, insignificante e infortunado, han hecho de la sociedad actual un infierno, tanto para quienes inútilmente intentan fundamentar siglos de una historia mundial decadente, como para aquéllos que únicamente se hunden más en el vacío de su energúmeno corazón.

¿Es que acaso hay que creer cada inverosímil y enferma palabra del poder?

¿Ó es ese poder el que nos da la grandiosa capacidad de delirar sobre utopías, en que no sólo las ínfimas propiedades del débil espíritu humano queden a sencilla disposición de todos, sino también su invisible moralidad, quedando como en los orígenes, a disposición de la derruida Madre Naturaleza?

Por cada infortunio hay más de una solución, más de un camino que seguir. Es por ello que no debemos quedarnos entre los vértices del destino, sino ir más allá de las posibilidades, de las reglas y realidades.

No estacionarnos en sueños fabulosos e inverosímiles; pero sí recorrer los proyectos más sagaces e inexorables de nuestra razón, esos que guardamos por temor a opiniones o críticas de otros en los rincones más recónditos de la memoria.

¿Por qué dejarnos llevar por diatribas o sátiras de quienes no merecen siquiera sus palabras, pues son simplemente un reflejo de toda injuria al corazón?

No debemos ser débiles ante los débiles, sino terminaremos siendo la ínfima parte de la nada.


Generalmente solemos dejarnos dominar por las acciones, nos obsesionamos en cosas o persona, y acabamos siendo adictos a nuestras pesadillas.

Todo esto nos hace involucionar, y aunque no siempre lo queremos aceptar, somos parte de una sociedad que se interna cada vez más en las vorágines de la ineptitud.

Viajero del Tiempo


Recorriendo simuladamente andaba el viajero. Entre los horizontes del tiempo, sigiloso como enmudecidas lágrimas del árbol más antiguo, ciclópeico y tenaz como su sombra. Las huellas perdidas u olvidadas en el camino se convertían en un desafío nuevo cada segundo desvanecido en la brisa leve.

Años habían pasado desde su partida, sin embargo, poco le importaba a aquel hombre imponente, sagaz, aventurero de laberintos del tiempo, prisionero de sueños, decidido a todo. Continuar era su lucha y afán.

Era un trabajador impulsado por la vida, diferente a todos, un filosofo social, había quienes lo creían un loco, sin conciencia moral ni razón.

Un día como cualquier otro, cuando se disponía a comenzar su monotonía, su transporte se averió, por lo que debió proseguir a pie.

Mientras caminaba, apacible, más allá de su reloj, observó por primera vez lo que atemorizaba a las personas desde lo más profundo de sí, lo que tan cerca de él ocurría: cada casa sentenciada a la miseria; cada niño, hombre y mujer torturados por la realidad.

Entre tantas emociones inconclusas y otras tantas nuevas, abrió su mente, exteriorizó su alma, perdió el sentido de sus recuerdos, sólo pudo ver aquello inerte, lejano y sempiterno, algo tan simple, pero complejo como una lágrima. Un camino, tan sólo eso ante sus ojos.

Su mente se alborotó. No siguió más que la línea continua de un futuro sin pasado ni presente. Unas palabras únicas e irrepetibles salieron de su corazón: “Éste es el comienzo del tiempo y el incesante puente que lo une a la verdad.”

Lo repitió, vociferante, mientras se alejaba hacia el Jamás del horizonte, a través del Nunca del destino.

Poeta solitario


Los susurros de la noche te llaman, cada vez más cercanos a tu sombra. Estás lejano a la realidad, hundido en lo profundo de un mundo de sueños. Sin tiempo ni espacio, entre el abismo impenetrable de una hoja blanca de papel. Letras ambulantes, embebidas en recuerdos van encerrándote cada vez más, hasta darte cuenta que ya no perteneces a “la realidad”. Ahora eres parte de tí mismo, de un mundo remoto y maravilloso, donde todo es ilógico e irracional, que sólo tú puedes llegar a comprender. Un lugar donde naces y vives, pero jamás mueres.
Reconoces que todo aquello que dejaste atrás no son más que pecados, penas, inquietudes y amores. Sin embargo no olvidas nada, sólo lo evitas o lo renuevas, lo impulsas a cambiar como algo positivo, te haces una persona nueva. Eres un Hombre. Recorres los senderos intrincados del pensamiento. Te enfrentas a tus temores, a tus errores y a tus malicias. Herido pero persistente buscas un refugio.
Te internas en cuevas donde la oscuridad acecha. No tienes miedo, pero si desasosiego. Entre brumas y llantos del pasado, esquivando virulentos pensamientos, encuentras la salida.
Te enfrentas a un mar de ambivalencias, te sumerges. Sientes un vacío recorriendo tus venas y sientes tus lesiones sanar.
Al salir de allí te observas. Tu corazón sigue malherido, sin embargo, de entre
sus quebraduras no emerge la rojiza sangre del Hombre, sino un líquido
blanquecino, puro y verdadero.
Te encuentras frente a tres espejos: en el primero te ves ciego y desganado, olvidado, perdido y muerto. En el segundo eres poderoso, solitario, respetado y odiado, perseguido, engañado, confundido, rencoroso, envidioso, carcomido por la vida y muerto. En el último sólo se ve la inocencia de un niño persiguiendo una mariposa de cristal entre los jardines del tiempo. Tras las caídas, las lágrimas y el cansancio, pero persistente y ávido, logra alcanzar al ser luminoso, el final del camino es una flor, la más sencilla y hermosa.
Te embulles en el más pequeño, el último. Corres sin detenerte ni un paso. De repente comienzas a transformarte, te sientes más dinámico. Te elevas del suelo, percibes que algo te lleva: es el amor que olvidaste en un pasaje de la memoria.
Cierras los ojos, te desvaneces.
Despiertas ante un poema. Un frenesí de imponentes sentimientos ha invadido el profundo papel. Te preguntas si todo ha sido un delirio, un instante fugaz.
Ínfimos rayos de luz penetran en la antigua casa borrando los vestigios de las tenebrosas angustias. Mientras en tu sigilo empiezan a rodearte palabras vertidas de paz.
Emprendes un nuevo rumbo hacia la verdad.
Reconoces que todo aquello que dejaste atrás no son más que pecados, penas, inquietudes y amores. Sin embargo no olvidas nada, sólo lo evitas o lo renuevas, lo impulsas a cambiar como algo positivo, te haces una persona nueva.
Eres un Hombre

La solitaria Latinoamérica (ensayo)


Latinoamérica, un territorio de inigualables tesoros, tanto culturales como sociales; inimaginables tragedias, pasadas y presentes; de luchas irracionales y prejuiciosas entre “Civilización y Barbarie”, entre la esclavitud impuesta y la libertad innegable.


Toda una historia de evolución e involución cíclica y paradójica donde la independencia es misteriosa, virulenta e inestable; la identidad impropia; la tierra monopolizada; las tradiciones olvidadas.


Desde tiempos de la colonización ha existido un deseo de enriquecimiento que surgió con el afán de la conquista de las tierras americanas y de las mentes que la habitaban; un idealismo egoísta, como también ambicioso.


Aún cuando el fenómeno del sincretismo posibilitó la fusión de culturas totalmente opuestas y superó el anhelo europeo de la tabla raza, también posibilitó el primer paso hacia la encarcelación de América Latina. No he de mencionar a Estados Unidos como parte constituyente de esta América, pues sería incorrecto, ya que, aún cuando fue igualmente colonizada, pertenecía a otras colonias y su evolución se diferencia totalmente a la de las colonias de Portugal, España y Francia.


El desarrollo bifurcado de América; la creciente población europea, que pretendía conocer el Nuevo Mundo más como un lugar de gozo, inundado de gentes desconocidas y tradiciones exóticas, que como una tierra virgen y llena de promesas ocultas; la esclavitud de los nativos, antiguamente dueños y señores del lugar, que pasaron a ser rebajados; la división de clases sociales; todo esto logró el ensimismamiento cada vez más notorio de la sociedad aborigen y mestiza.


Con el transcurrir de la historia, el Nuevo Mundo se convirtió en un lugar mucho más organizado, más dependiente de Europa, más progresista e invadido por metrópolis con estilo extranjero y retoques regionales. Así mismo, también comenzó a formarse el pensamiento revolucionario en las mentes de aquellos que se encontraban más cerca de la ilustración.


Sin embargo, a pesar de las batallas interminables que surgieron como resultado de los pueblos que se unieron para reformar la corrupta patria latinoamericana; que parecía degradarse con el perfeccionamiento de las colonias, luego de los estados y mas tarde de las naciones; y con la sólida dedicación de los Hombres que esmeraban otra vida. Aún así, la ambición de poder y la búsqueda de infinita satisfacción personal fueron consumiendo los anhelos pasados, convirtiendo hasta la actualidad los corazones dignos y legítimos en energúmenos e indiferentes a la realidad.


Se puede decir que a lo largo de este proceso, Latinoamérica ha obtenido la capacidad de convertirse en una resistente fortaleza que, mediante la ayuda de aquellos que permanecieron fieles a sus principios patrióticos, se ha abierto ínfimamente al mundo y con inseguridad, convirtiéndose en una América solitaria y con temor.

Identidad: entre la razón y la verdad


La verdad y compresión del ser es la metáfora de la razón. Es por ello que cada persona debe analizar, a través de su conciencia superior, el objetivo de su personalidad, desarrollando la identidad, socialmente irracional en la mayoría de los casos.

Creer en nuestra verdad nos demuestra aquello que no demostramos.

Como dijo alguna vez un Hombre: “El caos de la vida es la paradoja de una sociedad”.

“Nuestra” sociedad es la primera, de muchas, y la última gota que derramará el vaso, es decir, cada persona perjudica o es perjudicada en su dignidad, que afecta potencialmente su identidad, produciendo así acciones recíprocas constantes.

Desde el principio de los tiempos existen organizaciones específicamente biológicas muy complejas, pero que no tienen como núcleo la razón. A medida que pasaron los años se fueron presentando los hechos base, como la evolución que llegó al objetivo, y así sucesivamente hasta formar seres que a su vez fueron creando un ambiente adaptado a su medio que fue entonces desarrollándose artificialmente.

Comenzando con una conciencia ortodopsa, y manejado por el, todavía muy presente, instinto animal, el “ser humano” a través de la variada y basta recopilación de datos que transformó en información, creció aún más, construyéndose pieza a pieza espiritualmente.

Este progreso los determinó como entes superiores independientes que dependen de su medio, con razón y conciencia, es decir, sistemas sociales.

El Hombre y la Realidad




Los días parecen tan similares, a veces se asemejan a un reflejo continuo de tiempos pasados. Son cada vez más grises, las huellas del hombre en el mundo forman senderos infinitos, entre las masas todo gesto es igualmente mecánico. Hace mucho tiempo tuvo lugar una guerra entre el raciocinio y la demencia, combates interminables entre la dignidad y el poder, con un mismo ideal: la evolución.

Aún hay batallas que continuar, sin embargo éstas son en cada uno, no en contra del ser mismo, sino para nuestra dominación. Esto nos presenta una nueva responsabilidad; una que desde la llegada a la realidad tenemos; vencernos y no dejarnos vencer, ver más allá de la difusa y vana figura de la vida, no ser quien otros deseen que seamos sino lo que propiamente nacimos para ser.


No comamos de la mano de los demás, porque sino somos una victima más de la sociedad. Sí tenemos manos usémoslas para hacer nuestro alimento.


La actualidad es una interminable sucesión de irreparables heridas al sentimiento, a la conciencia, a la identidad misma incluso.


El ser humano es un animal y por ende tiende a dejarse llevar por aquello que prefiere evitar. Es el único ser dentro de una especie que puede llegar a comerse a sí mismo y de destruir todo lo que lo rodea.


Tenemos tantas características especiales, como por ejemplo la capacidad de habla. Y aún así la utilizamos para rebajarnos entre nosotros y personalmente, para intensificar los reconcomios y lo más oscuro de cada corazón.


Cuantas formas para definirnos. Somos todo aquello que no soñamos siquiera ser, por temor o por posibles culpas. Tropezamos más de una vez con la misma piedra aun cuando no nos encontramos en la misma situación. Sonreímos tras mentiras y dormimos sin ni una milésima de remordimiento a pesar de saber cuan culpables somos. Nos vestimos de gala para el mal y nos colocamos harapos frente al bien.